Entre todas las tendencias gastronómicas que os contamos aquí, una que pisa fuerte es la recuperación de los sabores de siempre. Y una variante de la cocina, son los locales. Negocios de toda la vida que están volviendo a sus orígenes, a aquellos que tenemos grabados en la retina de cuando éramos pequeños. Es el caso de Casa 28.

Casa 28 es una carnicería (casi) centenaria de Malasaña que hace unos años se convirtió en tienda de ropa vintage y ahora vuelve a ser lo que siempre fue. Aunque esta vez se renueva por dentro y por fuera. Una nueva estética para el local y una propuesta con barra de degustación, para picar algo en una de sus mesas altas.

El local es pequeñito pero acogedor; suficiente para no sentir la aglomeración cuando decides salir por el centro, pero suficiente para tapear de manera informal. El nombre ya juega con su identidad: Las primeras siglas responden a su identidad: carnicería y salchichería, y el número, obvio, a la dirección donde se encuentra.

Al frente de este negocio se encuentran Adrián Rojas y Roberto Quirant, dos jóvenes emprendedores que trabajaron en los fogones de Punto MX y que han querido darle una vuelta de tuerca a este negocio, donde lo más importante es la calidad de su materia prima.

Sus principales proveedores son embutidos de Carrasco y carnes de El Capricho (del que ya hablábamos en Rocacho).

Entre sus grandes éxitos destacan la cecina de buey o de vaca, y el steak tartar de cadera de buey de El Capricho, además de algunas recetas propias, como costilla a baja temperatura (se deshace en la boca), panceta con toque crujiente o secreto ibérico, servido con boniato.

Aquí fue la primera vez que probé carpaccio de lengua. Impresiona más la idea que el sabor, porque realmente está deliciosa (aunque no me pondría ciega, tampoco).

En Casa 28 tenéis la oportunidad de probar cosas distintas y muy buenas, y siempre con el asesoramiento de dos chicos estupendos.

Dirección: c/ Espíritu Santo, 28

Precio medio: 15€

Puntuación: 5/5

Web de Casa 28.

Sobre El Autor

Curiosa y hambrienta por naturaleza, aunque no siempre en ese orden. Me gusta probar cosas nuevas y siempre tengo hueco para el postre. Si me preguntas por mi comida favorita te diré: "¿por qué decidirme solo por una si el mundo nos regala un abanico inabarcable?"

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