Hablamos de Delirant, el restaurante por la zona de Chueca donde nada es lo que parece ni en el local ni en la comida. Un restaurante – biblioteca en el que puedes coger cualquier libro y llevártelo a casa y donde el trampantojo en todos sus platos es el protagonista.
Pues sí, como habéis leído. Delirant es un restaurante curioso para gente curiosa, así que solo hay que atreverse a ir y disfrutar.
El primer local abrió puertas en 2010 en Valencia y años más tarde abrieron en Madrid con Carlos Pinazo y Pilar Borrel como las caras visibles. Y es que hay muchas cosas que decir de este sitio. Empecemos…
Nada más entrar hay 4 grifos fijos en la barra donde ofrecen una cerveza checa, un rubia, una IPA y una tostada y, a parte, un grifo itinerante que van cambiando por temporadas. Si seguimos hablando de cervezas hay que decir que son unos apasionados y aquí tienen 15 referencias, pero es que en Valencia tienen 100. Y como novedad… Hasta enero hay una cerveza de calabaza que no hemos probado, pero que lo queremos hacer.

Si pasamos la barra vemos un pasillo pequeño e incluso oscuro. Pensamos que se acaba ahí pero no, lo bueno está al cruzar. Aquí sucede lo mejor, en el salón – biblioteca y regentado por un pavo real gigante. Elige sitio y elige libro, que la tarde empieza si vas a tomar el café. Si vas a comer o a cenar… Agárrate porque aquí te lo vas a pasar realmente bien. Os quiero contar un detalle, y es que en cualquier momento puedes ir y coger un libro, llevártelo a casa y… ¡quedártelo para siempre! Lo que si piden es que por favor lleves los libros que no quieras 😉


No veníamos con mucha idea acerca de lo que nos íbamos a encontrar en la carta. Por más que leía, no entendía nada. Después vi que ahí está el truco. No siquiera sabía si estaba bueno o malo… Iba y «a saber qué me encontraba» y creo que fue algo muy positivo en cómo me impactó absolutamente todo. Acabamos con muy buenas sensaciones y con una evolución tremenda de muy buenos primeros platos hasta unos todavía mejores platos al final.
El juego empieza con los nombres de los platos y tienen una manera un tanto diferente de hacer las cosas: primero piensan en los nombres y después hacen la ejecución del plato. Como os comentaba, aquí nada es lo que parece y todo es un trampantojo. Ahora veréis.
PLATO A PLATO.
Ensaladilla lusa con bacalao fresco confitado y aceituna negra rallada. Bien, comenzamos bien y creo que empezamos fuerte con una ensaladilla muy bien elaborada. A mi parecer, que no me gustan las aceitunas, creo que es mucha cantidad la que ponen encima, pero eso ya porque soy la rarita de la aceituna.

Hummus caprese. Bueno, se merece un homenaje. La presentación es muy buena y me gusta el juego que hacen de contrastar los dos hummus con la albahaca y el tomate seco. Veamos, me pareció impresionante, especialmente el de albahaca, y es que aquí es donde se inció esta diversión de que te pongan un plato encima de la mesa y no saber de qué va la cosa. Sorprendente, sencillo y perfecto.

El gnocchi bravo y de gran dimensión. Se presenta tal cual, pero como siempre, tiene engaño. La salsa roja es la salsa brava. La que está por encima del gnocchi es ali-oli, pero el de verdad, el valenciano (y es que hay muchísima diferencia). Se tiraron mucho tiempo para encontrar el ali-oli real, hasta que encontraron la única tienda en Madrid donde lo vendían.
Me pareció aboslutamente perfecto. Todo fue para compartir así que lo partimos por dos, lo mojamos en la salsa brava y explosión en la boca. Uno de nuestros favoritos en Delirant.


Macdalena (con M de McDonalds). ¿Y por qué? Abrid y probad. ¡Es igual! Nos la trajeron sobre un plato de madera con un tubo de Ketchup. No sabíamos si echarlo por encima o qué, pero al igual que el gnocchi lo abrimos por la mitad.
¿El sabor? Exactamente igual que la hamburguesa de McDonald, solo que más sano porque aquí el producto es bueno y hecho a mano. El pan tien un punto dulce y delicioso. Nos contaron el truco de por qué sabía igual que la del McDonald, pero queremos que vayáis para descubrirlo.


Churros de rabo de toro. Me gustó mucho la idea de traer el churro de rabo de toro y, a parte, la salsa del propio guiso como si fuera el chocolate. Quizá, visualmente, es lo que menos me impactó pero porque solo era un churro y se me quedaba corto, pero claro, se pueden pedir los que quieras. Muy bueno.


Tetris (al tun tun) de tataki de atún con diferentes tipos de sésamo. Aquí tengo que puntualizar una cosa, y es que para dos me pareció que las piezas de atún eran muy abundantes y que creo que debería haber media ración. Cuatro piezas de atún con diferentes tipos de sésamo, que le da el toque. El que más me gustó fue el picante por el contraste.

Y aquí viene el postre, un par de huevos fritos con patatas. En realidad es una crema de yogur y chocolate blanco con yema de sorbete de maracuyá y patatas de piña caramelizada.

¿Que por qué volver a Delirant? Porque no nos esperábamos nada y acabamos diciendo: «wow! Nos ha sorprendido!«. Porque el gnocchi me conquistó. Porque aún nos queda por probar mucha carta. Porque es súper acogedor, tranquilo y apetece ir a ver qué tienen en la biblioteca.
Dirección: calle del Almirante 20.
Precio medio: 30€
Puntuación: 5 / 5
Web del Delirant.
Fotos de nuestro fotógrafo: Eduardo González.
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