Paz, encontrarte contigo misma y desconectar de la laaaarga semana es lo que puedes encontrar en la calle Ventura de la Vega, 5 cada domingo a las 10 a.m en el plan que Saporem ha creado para todos los amantes del Yoga y de los desayunos tardíos. 

Si ya conocíais Saporem, sabríais que cada una de sus localizaciones destaca por tener la entrada al hostel – que llama la atención de cualquier transeúnte por sus carteles luminosos – al lado de la puerta del restaurante y encontrar un patio interior donde los comensales pueden disfrutar de su cocina non-stop con mucha luz en pleno centro de Malasaña y cerca del barrio de las Letras, donde se ofrece este plan.

Por eso nada más entrar nos invitan a pasar a su magnífico patio donde completamente despejado de mesas se respira todo lo necesario para realizar la clase de yoga, que con un profesor diferente cada domingo hace un viaje completo desde los movimientos más básicos hasta los más completos trabajando cada parte de nuestra mente y cuerpo. De esta forma, Cristina (nuestra ‘profe‘) conseguía transportarnos lejos de la ciudad consiguiendo un bienestar total cuando terminamos.

Saporem

Al finalizar la clase te sientes súper relajada y hasta te llegas a olvidar casi por completo de que te está esperando su magnífico brunch detox compuesto de zumo de naranja natural, café o , la tarta del día – nosotras probamos su tarta de pera y almendra – y un bowl de yogurt eco, semillas de chia, muesli, bayas de goji, miel de caña, arándanos y kiwi o plátano.

Saporem

Después de una mañana inmejorable salimos de Saporem con una una paz máxima y dispuestas a disfrutar del resto del día en el rastro y de vermuts por la Latina.

Dirección: Calle Ventura de la Vega, 5

Precio: 30€ (incluye la clase y el brunch completo)

Puntuación: 4 / 5

Web de Saporem.

Sobre El Autor

‘Granaína’ de origen, sobreviviendo al mundo de la estrategia publicitaria y convertida a veggie, me despisto de cualquier conversación cuando paso por un lugar rico que tengo marcado en Google Maps. Soy capaz de valorar la comida con tantos decimales como tiene el número “pi” y solo me falta crear una fórmula para saber cuál es la mejor burrata de la ciudad. En definitiva, para mí lo mejor de ser foodie es poder hacer cada plato con el que sueñas en tu propia cocina.

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