Seas o no un foodie, seguro que sabes distinguir un buen producto de otro que ni fú ni fa. Porque otra cosa no, pero comer es un placer y si encima los alimentos saben a lo que tienen que saber (véase los tomates, por ejemplo), el festín está asegurado, y eso pasa en La Vaca y la Huerta.
Me encantan los restaurantes transparentes, de esos que conquistan sin pretensión, que sin haber probado bocado sabes que te va a gustar. En este sitio apuestan por el recuerdo de los sabores de antaño, los de verdad, como los pucheros de las abuelas, los de chuparse los dedos. Esos recuerdos llevaron a sus dueños, Ángel y Fernando, al imaginario de la huerta y el establo y hace cuatro años abrieron este restaurante, en el mismo local que estuvieron durante 10 años con Lé Café.
El espacio ya es una preciosidad, amplio, acogedor y con una decoración sencilla donde predominan la madera y los colores claros. Sabemos que al mediodía está siempre a tope porque cuentan con un menú del día desde 12 euros, un precio muy competitivo para la zona. Pero si decides pedir de carta también saldrás por un ticket medio muy razonable. Aquí las frutas y verduras son de temporada, de mercado y ecológicas, y la carne, de la mejor selección, de ahí que se llame La Vaca y La Huerta.
De entrada, una maravilla de tomate aliñado, de los que de verdad saben a tomate. No es de extrañar que tengan tan buenos productos de huerta, pues se los provee Entre Col y Col, cuyos alimentos proceden de la agricultura ecológica.
Seguido, probamos la ensalada de burratina y pamplinas con pesto de tomate seco (11€), perfecta para compartir, es muy fresca y apetecible.
En el apartado de productos que da la huerta esta temporada, nos animamos con un revuelto de criadillas de tierra y espárragos trigueros silvestres (13€). Aquí reconozco que nunca había oído hablar de las “criadillas de tierra”, que también se conocen como trufas del desierto o turmas. Son un tipo de hongos que crecen bajo tierra y se encuentran en Extremadura.
Y de la huerta, al establo. Junto con su excepcional proveedor de carnes, Discarlux, seleccionan vacas rubias gallegas de entre 5 y 8 años de edad, con una maduración de unos 45 días. En su carta puedes encontrar tanto cortes de carne como platos guisados. Nosotros probamos dos: Carpaccio de jamón de vaca rubia gallega (12€) y lomo bajo de vaca rubia gallega madurada (60€/kg), ambos platos dignos de mención porque la carne estaba espectacular.
Como siempre se debe dejar un pequeño hueco para el postre, compartimos una tarta fina de manzana con helado de vainilla (5,50€).
Claramente este es un sitio muy recomendable al que pienso volver.
Dirección: c/ Recoletos, 13. Madrid
Puntuación: 4,5 / 5
Precio medio: 30€
Web con toda la info de La Vaca y La Huerta.
Hacer Comentario