Da gusto conocer restaurantes donde se apuesta por la receta tradicional y sencilla, pero que bien elaborada es digna de una estrella en el firmamento culinario. Es lo que le ocurre a Quinqué, un restaurante abierto a principios de 2019 en el distrito de Chamartín, donde buena falta hacía la apertura de un local de estas características.
Los dueños son dos viejos amigos que han coincidido en su carrera en varios restaurantes de mucho nivel. Carlos Griffo abandonó sus estudios de Derecho para embarcarse en el proyecto del asturiano Nacho Manzano en Londres, Ibérica, donde aprendió, entre otras cosas, a manejar a la perfección la receta de sus afamadas croquetas. Después pasó por Quique Dacosta, StreetXo, La Bien Aparecida o Bibo Madrid, de Dani García. En estos dos últimos coincidió con su ahora socio, Miguel García, natural de Venezuela. Juntos han creado un concepto donde prima el cariño en cada plato, la cocina reconocible y las recetas de toda la vida, ajena a las modas pasajeras. Su carta se basa en la estacionalidad de los productos y siempre cuentan con unas sugerencias fuera de carta por las que vale la pena preguntar.

De entrada, una vez sentados en la mesa y antes de que llegara el primer entrante, nos deleitan con una mantequilla de Jarradilla (cobran 2€ por este servicio), que es una quesería pasiega artesana maravillosa, a la que tuve el placer de visitar hace unos años.
Para compartir probamos la sobrasada de vaca rubia gallega con pan de maíz tostado. De eso que vas untando en pan y ni te das cuenta de cuánto te has comido tú solo, vaya.
Seguimos con un asadillo de pimientos con bonito del Cantábrico (7€/ 12,50€ media ración y completa, respectivamente). Buen producto, aunque pasó más desapercibido.

Después llegaron los mejillones escabechados en casa (7,50€ / 14€), que sirven con zanahoria, cebolla, laurel y patatas fritas.

Le siguieron las croquetas, que como decimos, son ya una marca de la casa. Las probamos de jamón (6€/12€) y de chorizo, aunque se llevaron una gran ovación las primeras. Cremosas. Magníficas. Espléndidas. Nada más que añadir, señoría.

Continuamos con unos boquerones rebozados (9,50€), o lo que es lo mismo, anchoas o bocartes. Es exactamente como las cocinaba mi abuela en el País Vasco. Así que una parte de mí empezó a sentir morriña.

También compartimos un pisto con huevo con huevo de corral (7€ / 12€), que estaba delicioso, por que era tan simple como rico. De esos platos a lo que no hay que añadirle más, porque así los queremos.

Luego llegó la madre del cordero que fue la fabada asturiana (8€ / 16€) con sus sacramentos. Vale, para cenar igual fue un poco demasiado, pero era importante conocer este plato porque ahora sabemos que vale la pena la visita. Claro, si ambos se formaron en los fogones de Nacho Manzano, ¿qué esperabais?

Por supuesto, no creeríais que nos íbamos a ir de allí sin probar un postre, ¿verdad? Pues en realidad fueron dos: arroz con leche fresca con azúcar quemado, asturianísimo, y su famosa tarta de queso (6,50€), de las que se deshacen, súper cremosa, casi líquida, que no se yo si volver a compartirla. Directa a las mejores tartas de queso de Madrid.


En este último caso les sugerimos la idea de abrir por las tardes para pedir una ración con un café, porque estamos muy seguros de que sería todo un éxito. ¿Nos harán caso?
Dirección: Apolonio Morales, 3
Precio medio: 35€
Puntuación: 5 / 5
Web del restaurante Quinqué.
Fotos de nuestro fotógrafo: Eduardo González.
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