Sabores contundentes, recetas variadas, una excelente calidad de sus productos, los mejores pescados, carnes y verduras y por las generosísimas raciones la cocina vasco-navarra siempre se ha posicionado como una de las mejores en nuestro país. Ya hay algunos restaurantes vasco-navarros en Madrid, unos conocidos y otros no tanto, pero Zarracín lleva años dando guerra y quiero deciros que es una auténtica maravilla.
Este restaurante con una carta dinámica, una cocina de mercado y una decoración que ha mantenido con el anterior Zarracín, acaba de inaugurarse hace un mes renovando por completo su carta y dándole un toque moderno, familiar y con una calidad y cantidad de productos increíble que os espera en la plaza de San Bernardo. Carlos Rojas es el crack de cocina que ha creado esta carta innovadora de comida tradicional y Jonathan Díaz es campeón de destilados de este lugar donde puedes encontrar más de 100 ginebras.
Para comenzar, te sirven a la mesa una crema de calabaza con aceite trufado y trufa rayada por encima. ¡Buena elección para abrir apetito!

Seguimos con unas croquetas de jamón de bellota. Muy bien fritas, la bechamel perfecta y algo líquida (como a mí me gusta) y un jamón que ya quisieran otras muchas incluidas en las «rutas de la croqueta».

Algo que me sorprendió muy para bien fue la burrata con trampantojo de salmorejo y perlas de mozzarella. ¡Si hay que pedir un primer plato, que sea este! La textura es sensacional y en su interior está la burrata. Con la mezcla de guisantes y ensalada está espectacular.

Zarracín me conquistó con este plato porque es de mis favoritos: patatas paja con jamón ibérico y huevos pochados. Es un plato muy sencillo pero lo que nos maravilló es la manera de hacer los huevos. No sé vosotros, pero para hacer huevo pochado yo los meto en una bolsita y a cocer, pero ellos pochan el huevo dentro de la cáscara y te los preparan en la mesa. Sabemos que el ingrediente más importante y el que marca la diferencia en este plato es el jamón, y en este en especial cumple muy por encima las expectativas.

Como marca la cocina vasco-navarra hay que probar un poco de pescado y de carne. La lubina al vapor fusionada con infusión de ginebra sobre un risotto de couscous es lo más delicioso que probamos en este lugar.

Y para terminar… ¡Una buena carne! Lomo alto marinado al momento a la piedra.

Y dos postres para rematar: tarta de queso al vapor y un falso brownie.


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