Comer o cenar en Teckel es perfecto para ir en pareja o grupo de amigos. Tienen mesas amplias y una terraza cubierta para los días de lluvia.

El día que fuimos tuvimos suerte porque nos dieron a elegir la mesa que más nos gustaba. Elegimos una cerca a un ventanal y una cristalera que nos hacia el momento más íntimo y relajado. La decoración del lugar es de 10, nada cargado y con diferentes puntos de luz indirectas que hacen del lugar un sitio bastante tranquilo para mantener charlas con tus amigos o pareja.

En cuanto a la carta, decir que tienen varios bloques muy completos: entrantes, clásicos del Teckel, para compartir, platos principales y postres. Nosotros nos decantamos por las recomendaciones que David, el camarero, nos dio y, la verdad, es que acertamos en todo. Sobre los vinos, deciros que tienen una variedad bastante selecta, muy bien elegida de diferentes bodegas que hacen que pidas lo que pidas, vas a acertar.

Pero bueno, vamos a lo importantes: la comida. Para abrir boca pedimos alcachofas confitadas acabadas en horno y con un medallón de foie. Muy melosas y suaves. El toque del foie levantaba el sabor y hacia de cada bocado una delicia. Es un plato ligero para compartir y las alcachofas son grandes, traen 2 por ración.

Teckel

Seguimos con una fondue de queso que, para mi gusto, fue el mejor plato con ese bombazo de sabor. Me encantó. La preparan con una base de patata, tartufata con huevo, setas y, por encima, el queso. Lo mejor es volcarlo en un plato, mezclarlo todo bien y disfrutar del momento. Es un plato pequeñito pero muy contundente, llena bastante.

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Para aligerar y refrescarnos un poco el estómago, pedimos el fino de atún y su aliño que viene siendo una salsa japonesa llamada yakinku, tiene un toque de jengibre y algo de wasabi, yo que tolero poco el picante, era un sabor muy soportable y muy rico. Este plato es para compartir, porque vienen bastantes filetes de atún.

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Por último, no podíamos dejar de pedir la pluma ibérica preparada a base de hoisin, una salsa japonesa que, típicamente, se usa para el pato pekín, una base de parmentier, un poco de cebolla roja y cebollino. La carne estaba tiernísima, con mucho sabor y muy jugosa. También recomiendo que, si lo pedís, sea para compartir.

Pero la cena no podía acabar aquí, ¿dónde está el dulce? Una vez más David nos recomendó algo: la tarta de lima, hecha 100% at home. Nos apetecía algo cítrico para hacer la digestión mejor, ya que fuimos a cenar. La tarta tiene una base de galleta con limadura de lima para potenciar más el sabor y un merengue flameado que le da un toque espectacular a este postre.

Además, comentaros una cosa digna de mencionar, y es que si pedís la tarta de queso, un euro de cada tarta la destinan a la Fundación Aladina que se encarga de ayudar a niños y adolescentes con cáncer. Nosotros no pudimos probarla porque se les había acabado, pero volveremos solo para probarla.

En definitiva, deciros que es un sitio súper agradable, coqueto, tranquilo, el trato es genial y la comida acompañaba, que era lo importante.

Dirección: Avenida de Concha Espina 55

Precio medio: 40€

Puntuación: 4/5

Web de Teckel Madrid.

Sobre El Autor

¿Qué hace un malagueño en Madrid? Trabajar en publicidad como director de arte. Además, me gusta memorizar el nombre de las calles, comer donde los turistas no lleguen y testar todos los salmorejos y gazpachos que encuentre a mi paso.

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