Dicen que, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Y si este año se nos antoja complicado viajar a Japón, podemos trasladarnos al Lejano Oriente sin salir de la capital. Es lo que pasa cuando se cruza la puerta de Yakiniku Rikyu, un restaurante japonés en Madrid que refleja fielmente algunas de las tradiciones culinarias niponas.
La palabra “yakiniku” significa “quemar carne o parrilla que se hace uno mismo”. Y aquí está la gracia: uno se cocina su propia carne en la mesa y al gusto. Aunque esto de las barbacoas o parrillas parece muy asentado en la cultura americana, lo cierto es que en Japón lo popularizaron los hijos japoneses de los refugiados de la Guerra de Corea. Los coreanos tenían la costumbre de cocinar a la parrilla distintos cortes de cerdo y casquería, pero esta técnica evolucionó cuando las generaciones siguientes que nacieron o crecieron en Japón la utilizaban con carnes más sofisticadas como el wagyu.
Cada mesa en el restaurante Yakiniku Rikyu tiene incorporada una parrilla con extractor de humo integrado y aquí es el cliente quien se cocina al punto que desee cada corte de carne. Aunque la tradición manda empezar por los entrantes.


Nosotros probamos el kimchi tradicional (8€), que es una col china macerada con pimentón picante (sí, pica, pero es muy tolerable).

Después probamos sashimi de 3 variedades de wagyu orgánico de Kagoshima (45€): contratapa, cadera y babilla principal. Esto lo sirven para consumir en crudo y mojar en dos salsas de soja: una con wasabi y otra con ajo (un poco más ligero que el crudo a secas porque primero lo cuelan). La sensación en boca, al ser crudo y mojarlo en soja, puede ser como comer pescado crudo, porque el corte es realmente fino y se deshace al masticarlo. Delicioso, especialmente la cadera. Pura mantequilla.

El yakiniku lo probamos con otros 3 cortes de carne wagyu (43€): rabillo de cadera, contratapa y falda. Estos ya vienen con un ligero toque de soja. Se coge cada pieza con la pinza y se extiende sobre la parrilla (que ya está previamente aceitada) durante unos segundos, en función del gusto del punto de la carne. Lo ideal es mojar estas piezas en otra salsa de soja al vino que sirven conjuntamente.
Por último, como manda la tradición, terminamos con un arroz. Nos decantamos por el ishiyaki bibimbap (21€) que está servido a la piedra con carne o steak tartar y verduras. Al servirlo en una piedra caliente, se tuesta ligeramente el arroz, como si comieras socarrat. ¡Uff, qué bueno!

Ya de postre, si todavía tenéis hueco, podéis optar por una maceta de chocolate negro y mousse de café o un momo: melocotón con helado de vainilla bourbon con fruta de la pasión (8€ c/u).


El local es un poco oscuro, a pesar de los grandes ventanales, pero eso le da cierto aire de intimidad envolvente. Puedes sentarte en alguna de sus amplias mesas o en los tatamis, al más puro estilo japonés tradicional.
Dirección: Paseo de la Castellana, 15.
Precio medio: 70€
Puntuación: 5 / 5.
Web de Yakiniku Rikyu.
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